Contra un mito: la simetría facial como símbolo de belleza

Existen buenas razones evolutivas para creer que la belleza es algo intemporal. Ciertos aspectos biológicos podrían ser señales de buena salud, forma física y fertilidad -lo que hacía tradicionalmente de alguien una buena pareja para procrear- y que encontramos sexualmente atractivos. Sin embargo cuanto más intentando biólogos y psicólogos encontrar estos rasgos universales les ha resultado más difícil. 

Considera la aparente percepción de que preferimos los rasgos simétricos. La supuesta explicación parece tener sentido: la enfermedad y el estrés durante la infancia influye sutilmente el desarollo del cuerpo creando una inestabilidad que conduce a que un lado se desarrolle de modo algo distinto del otro. Así pues según dicha teoría un rostro con los lados desequilibrados podría ser un símbolo de debilidad física y por tanto resultaría menos atractivo evolutivamente como pareja -sea mujer u hombre- con la que procrear y tener hijos. 

El problema con esta teoría que no ha sido tan corroborada como parecería. Por ejemplo, Stefan Van Dongen de la Universidad de Antwerp descubrió que si analizar la suficiente elevada cifra de rostros, la validez de esa teoría despararece. En concreto, la simetría facial no dice mucho de nuestra salud presente o pasada. 

Un estudio de 2014 empleó escáneres en 3D de cerca de 5.000 adolescentes y les encuestó sobre su historia médica. Y halló que aquéllos con los rostrs más simétros ni estaban más sanos ni más en forma que los que no. 

Los biólogos también han hipotetizado que preferimos rostros que representan la masculinidad o feminida en función del género: una mandíbula amplia en hombres y unos rasgos delicados para la mujer. De nuevo, volvemos a una lógica evolutiva: la estructura ósea es un reflejo de los niveles hormonales. Cuando la investigadora Isabel Scott de la Universidad de Brunel analizó poblaciones en Asia, Rusia y Sudamérica encontró preferencias cambiantes. Una conclusión interesante es que sólo las regiones más urbanizadas tienen una más fuerte preferencia por hombres más masculinos y mujeres más femeninas; sin embargo en comunidades remotas y rurales muchas mujeres prefieren hombres con rasgos femeninos. Lo cual, a primera vista, podría parecer contraintuitivo. 

Lo mismo parece funcionar para la forma corporal. En Occidente las personas dan ventaja en atractivo a las mujeres con piernas más largas, mientras prefieren hombres menos 'alargados', sin embargo en sociedades de Namibia es justo lo opuesto. Pero los gustos occidentales parecen haber cambiado con el tiempo. La Venus de Botticelli en un tiempo símbolo occidental de belleza, tenía piernas cortas. El tipo de extremeidades ideales depende en cada tipo de sociedad. Donde había riesgo de hambrunas, el sobrepeso estaba valorado como atractivo. Así pues, la elección de pareja con la que tener hijos en función del físico varía también según las circunstancias. 

De este modo, por ejemplo, allí donde  hay mayor riesgo de enfermedad se valoran los signos de buena salud -como la simetría facial- comparado con aquellas zonas relativamente libres de infecciones. Donde la dominación se valora, las mujeres prefieren mentones cuadrados en los hombres, lo cual es un signo de alta testosterona. Si la sociedad presencia competición física entre varones, entonces las mujeres tienden a preferir rostros más masculinos en los varones.