Cazadores-recolectores modernos

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Un tema de debate entre antropólogos es la proporción de proteínas y carbohidratos que consumía el hombre paleolítico. Sabemos que durante esta época tuvo lugar un notable aumento del tamaño del cerebro humano gracias en gran medida al acceso a alimentos ricos y densos en calorías. En este sentido, tal como señala Jaminet, pugnan dos teorías: 

- Los artilugios de piedra y la caza cooperativa permitió a los paleolíticos conseguir alimento animal

- El control del fuego permitió a nuestros ancestros cocinar plantas, lo cual aumentó su consumo de productos vegetales. 

La segunda teoría fue popularizada por Richard Wrangham en su libro que traduciríamos por 'Capturar el fuego: cómo cocinar nos hizo humanos'. No obstante, la mayoría de antropólogos se inclinan por la primera de los utensilios de piedra en la caza coordinada. Cronológicamente el aumento del cerebro humano parece coincidir mejor con la caza coordinada, en tanto el conocimiento del fuego existe desde hace 1 millón de años (infinitamente antes, pues tengamos en cuenta que el Paleolítico acaba en el 10.000 aC). 

Así, las evidencias apuntan más hacia el consumo de productos animales como coincidente con el aumento del cerebro humano. El primer intento por recopilar información sobre dietas modernas o actuales de cazadores-recolectores fue en 1967 en el Atlas Etnográfico de G.P. Murdock, revisado en 1999. Esta obra compiló datos de 229 tribus o grupos aborígenes, obteniendo datos nutricionales de la mayoría de ellos. En resumen: 

- 46 de estos grupos cazadores-recolectores obtenían el 85% de sus calorías de la carne, el pescado y los huevos pero ninguno obtenía similar cantidad de calorías de plantas. No hay entre ellos grupos vegetarianos.

- 133 grupos cazadores-recolectores obtenían el 65% de su energía de la carne, el pescado y los huevos; sólo 8 grupos obtenían el 65% de energía de las plantas.

- En promedio el 70% de las calorías parecía obtenerse de productos animales y el 30% de plantas.

Pero las plantas también pueden contener grasa. Pensemos en plantas, algunas tropicales, como las nueces, los cocos o la fruta de palma, todas muy ricas en grasas. Otros estudios más recientes que el Atlas mencionado de los años 60 es un estudio de los antropólogos Kaplan, Hill, Lancaster y Hurtado que analizó grupos como los Aché en Paraguay, Hiwi en Venezuela, Nukak en Colombia o Hadza en Tanzania. La horquilla de calorías procedentes de alimentos animales estaba entre el 50% y el 85%. 

¿Qué podemos reseñar? Que cuando de frutas se trataba, las que solían consumir eran más bien ricas en grasas como era el caso de los Nukak que comían frutas de palma ricas en aceite de palma (una grasa bastante saturada). Pues sólo los Gwi, de los grupos analizados, consumían frutas dulces como en este caso los melones. En realidad, consumían en conjunto todos estos grupos más raíces que frutas. 

Y en conjunto, el macronutriente que más predominaba era la grasa. De los 9 grupos que estudiaron estos investigadores, 7 consumían sólo del 10% al 20% de carbohidratos en su dieta en aporte calórico. Y la grasa aportaba de media del 40% al 70%. 

Por supuesto los grupos cazadores recolectores consumían y consumen muchas plantas, pero dado que no consumen apenas frutas dulces (ni cereales), su consumo de carbohidratos expresados en calorías palidece bastante comparados con la grasa y proteína. Es lo que sucede.