Probióticos, más allá del digestivo: cáncer o corazón (SORTEO)

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(Las referencias científicas pueden consultarse aquí)

Generalmente tendemos a pensar en los probióticos como beneficiosos sólo para la salud intestinal. Sin embargo ahora sabemos que un adecuado equilibrio de bacterias beneficiosas juega un papel en protegernos de muchos problemas y enfermedades. En nuestra cultura occidental desde la dieta hasta los antibióticos tienden a crear un desequilibrio de bacterias intestinales y abrir la puerta con ello a enfermedades degenerativas. Por suerte la evidencia demuestra que consumir determinados probióticos puede restaurar esas defensas nuestras. 

La razón por la que un desequilibrio intestinal de ese tipo puede afectar a tantos órganos es porque el tracto intestinal tiene más detectores químicos moléculas de señalización que cualquier otro órgano -moléculas que afectan a todos los aspectos de nuestra salud. 

El desequilibrio prolongado de bacterias en el intestino acaba activando detectores químicos de modo negativo, lo cual desencadena reacciones no deseadas en zonas del cuerpo alejadas del intestino.  

Muchas bacterias como el lactobacillus y la bifidobacterium han mostrado mejorar problemas de diarrea y estreñimiento mientras reducen los dolores abdominales. Pero las evidencias ahora nos muestran por ejemplo que el lactobacilus puede aumentar el colesterol HDL, mejorar el síndrome metabólico y reducir marcadores de inflamación. 

Las especies de bifidobacterium mejoran el control del azúcar, reducen la inflamación del hígado y reducen el daño del ADN que puede provocar desarrollos celulares malignos. 

Numerosos estudios confirman que consumir probióticos protege de problemas como diabetes, cardiovascular o infecciones respiratorias. Tras 6 semanas consumiendo un yogur probiótico rico en lactobacillus acidophilus y bifidobacterium lactis, las personas diabéticas mejoran en estudio publicado su glucosa en ayunas y la hemoglobina glucosilada (un marcador de control del azúcar). 

Además los probióticos reducen infecciones respiratorias que se traducen en gripe y según un estudio las personas que suplementan diversas cepas o especies de bifidobacterium o lactobacillus de 3 a 6 meses antes del pleno invierno reducen la duración de sus síntomas de gripe dos o más días con similar reducción en la severidad de síntomas. 

El consumo regular de probióticos puede reducir la colonización de patógenos en la nariz hasta un 19%. Cosas que pueden llevar a salvar vidas de personas mayores, vulnerables a los problemas de la gripe. 

- Probióticos y cáncer

Los probióticos han demostrado un increíble poder frente a una enfermedad tan temida como el cáncer. El riesgo de cáncer, sobre todo el de colon, puede reducirse con el uso de probióticos. Suplementar lactobacillus acidophilus y bifidobacterium longum reduce apreciablemente el daño del ADN. Además los probióticos aumentan las enzimas antioxidantes y detoxoficantes que evitan la activación de ciertos carcinógenos. 

Los pacientes con colon y aquéllos con pólipos precancerosos reducen significativamente la proliferación anormal de células en el colon cuando consumen probióticos combinados con prebióticos (como la fibra soluble). 

La ciencia actual ha demostrado que los organismos probióticos pueden combatir el cáncer de muy diversas formas: 

• Suprimen bacterias que convierten moléculas no dañinas en unas carcinógenas
• Se unen a potenciales carcinógenos expulsándolos del cuerpo
• Inhiben enzimas que activan carcinógenos
• Estimulan la expresión de enzimas hepáticas que expulsan carcinógenos
• Aumentan la población de células que persiguen y destruyen el cáncer
• Suprimen respuestas inflamatorias una vez el cáncer remite

- Probióticos y obesidad

Existen asociaciones entre el sobreuso de antibióticos y la obesidad que pueden ser revertidas con el uso de suplementos probióticos. Los estudios de suplementación probiótica tanto en animales como humanos muestran una reducción en el índice de masa corporal y en un estudio con mujeres embarazadas halló que el riesgo de sobrepeso se reducía no sólo en ellas sino en sus hijos durante sus primeros 10 años de vida, lo cual fue un hallazgo notable.