Efectos secundarios

En mi agenda de aficiones e intereses, los huecos que dejan la nutrición y alimentación saludable, informarme sobre cosméticos o cuidarme en forma de hacer ejercicio son en parte no despreciable rellenados por el cine. El fin de semana pasado opté por ver la nueva película de los creadores de Contagio con la esperanza de ver algo mejor; si bien Contagio (que trata, como se puede deducir, de una epidemia repentina en EEUU) tiene un plantel excelente de actores, me decepcionó y aburrió a partes iguales.

En este caso Efectos Secundarios, sin tener que recurrir a una larga lista de primeros nombres de la interpretación, me resultó mucho más solvente y, sobre todo, entretenida. Una película en la que parecía casi leerme a veces a mí mismo a propósito de la psiquiatrización de la sociedad, particularmente la americana -en una escena el psiquiatra protagonista (Jude Law) explica que a pesar de haberse educado en Inglaterra prefiere practicar la psiquiatría en EEUU porque allí tomar fármacos psiquitráticos significa "querer recuparse", mientras en Europa su consumo significa "estar enfermo"; es decir, en EEUU está popularizado, y aceptado así, su consumo-.

Algunas cosas son lo que parecen, y otras no, pero para saber cuáles hay que ver, eso sí, la película. Por desgracia, y esto puede desvelarse sin romper el hechizo del primer visionado, no acaba de ser la película-denuncia que parece en principio ser.