La mortal burocracia sanitaria (SORTEO entre comentarios)

Sorteo entre comentarios de miércoles 28 y jueves 29 de un lote compuesto por:

1 Super Omega 3
1 Omega 3 líquido sabor limón
1 Optimized Fucoidan (con el compuesto Maritech 926 que ha mostrado efectividad contra la gripe A)
1 Antiglycation Serum

-----------------------

En mayo de 2008, el senador demócrata Ted Kennedy -de la famosa saga cuyo apellido llevaba- le fue diagnosticado un tumor cerebral. Tras ser operado y suministrársele el mejor tratamiento disponible en el centro médico de la Universidad Duke, consiguió vivir hasta agosto de 2009, esto es, 15 meses más. 

Así comienza Bill Faloon, cofundador de Life Extension, el editorial del Magazine de diciembre 2012, quien nunca olvidará cómo en 1968, cuando él era un adolescente, le dijeron que una niña que conocía fue diagnosticada también con tumor cerebral. Lo trágico es que casi medio siglo después, la medicina apenas ofrece unos meses más de vida ante semejante diagnóstico. Aunque los medios han anunciado durante años diversas terapias prometedoras contra el cáncer, la inmensa mayoría no ha llegado al nivel de ser testada 'oficialmente'.

A la campaña desde hace décadas de Life Extension en denunciar las ineptitudes burocráticas de la FDA, se  une ahora Andrew von Eschenbach, nada más y nada menos comisario de la FDA entre 2005 y 2009 tras dirigir el Instituto Nacional de Cáncer en EEUU. La denuncia de Eschenbach tuvo lugar en un editorial en el Wall Street Journal donde reclama un rol distinto de la FDA adaptado a la actual revolución en descubrimientos médicos y científicos. En concreto se hace eco de la declaración de la comisaria de la FDA ante el Congreso Margaret Hamburg cuando afirmaba que "la FDA tiene métodos regulatorios del siglo XX para evaluar productos médicos del siglo XXI". 

La más importante propuesta de Eschenbach para reformar la FDA es que ésta

"debería aprobar las terapias basándose en su seguridad, y dejar los tests de eficacia a estudios posteriores de mercado asegurando el Congreso que la FDA sirve como un puente, y no como una barrera, hacia las tecnologías de última generación"

El término 'valle de mortalidad' ha llegado a emplearse en el mundo del cáncer para describir la enorme discrepancia y separación entre lo que la ciencia médica descubre y lo que el paciente acaba recibiendo como terapia. Debido a la enorme burocracia, los pacientes no se benefician a veces nunca de las terapias efectivas descubiertas en laboratorio, en no pocas ocasiones superiores a los tratamientos vigentes. Este problema en gran parte se solucionaría si, como propone Eschenbach la FDA, o la Agencia Europea del Medicamento, pusiera a disposición del público cualquier terapia o fármaco en el mismo momento que su seguridad queda analizada. 

Por desgracia, los intereses creados para mantener el estatus médico actual no son pocos. Consideremos, como propone Faloon, el caso del fármaco Yervoy para pacientes con melanoma en estado avanzado fabricado por la farmacéutica Bristol Mayers Squib. Su coste para un tratamiento completo, tan estrosférico como de 120.000 dólares (unos 100.000 euros o 16 millones de las antiguas pesetas), puede mantenerse sin problemas tan alto gracias a la eliminación de la competencia. Si una pequeña compañía hiciera un descubrimiento superior a Yervoy no podría llegar al público por no poder hacer frente a los millonarios costes en estudios de eficacia a gran escala que requiere la FDA. Como he comentado en tantas ocasiones, los gigantes farmacéuticos son uno de los grandes enemigos de la libertad de mercado en el ámbito sanitario. Esa falta de libre competencia y mercado mata cada día a innumerables personas que de otro modo sobrevivirían y serían incluso curadas. 

Pero, incluso el tema de la seguridad en ocasiones es un freno para salvar algunas vidas. Y resulta irónico que quien se supone obsesivo con la seguridad, la FDA, haya aprobado tantos fármacos mortales para tantas personas (¿cuál es la credibilidad ya de las agencias públicas de medicamentos?). Si tuvieras un cáncer terminal para el que la medicina no te ofrece más que unos meses de vida, ¿te arriesgarías a probar un fármaco no del todo seguro para el 100% de personas pero con alguna probabilidad de resultar eficaz en tu caso y salvar tu vida? Ése es el gran problema de restricción de libertades con las tomas de decisiones de modo centralizado y para toda la población como hacen de ordinario las autoridades públicas.

Y ya se sabe, tal centralización política-burocrática de decisiones es la negación más clara de la necesidad de individualizar la medicina cuanto sea posible. Pues no todos somos idénticos, ni respondemos exactamente por igual a un mismo fármaco o terapia. Pero este problema, el de hacer una medicina igual para todos cual rebaño sin distinguir entre José y Pedro, es sistémico. Su raíz está probablemente en las mismas escuelas y universidades de medicina, donde de nuevo los planes de estudio están redactados por aquellos mismos burócratas que toman las decisiones sobre qué terapias hacer legales, y sobre los que sobrevuelan los intereses creados de siempre, que prefieren el status quo a la innovación y libre competencia que quizás ponga en peligro su millonario negocio.