A propósito -de nuevo- del Six Countries Study

Este fin de semana grabando con un amigo y blogger algún que otro podcast en formato de conversación-entrevista sobre historia de la nutrición -y cómo hemos llegado a la actual carbofilia lipofóbica- (y que espero que quede bien y digerible gracias a las artes de edición del experto), me he dado cuenta de lo complejo y extenso del asunto. Tras emplear más de hora y media, acabé comprobando que dejé bastantes cuestiones históricas relevantes sin comentar.

Recientemente hablé del Six Countries Study de Keys que inauguró la carrera contra las grasas y de factores  del mismo que lo sesgaron, y de los que antes apenas había hecho gran mención. Como ya había afirmado, cuando Keys se dispuso a realizar esta correlación entre consumo de grasa y enfermedad cardiovascular para 6 países, en realidad estaban disponibles los datos de 22. Por qué desechó los datos de 16 países se debe, como sabemos, a que no le interesaba contradecir sus ideas preconcebidas contra la grasa. Gráficamente, el asunto es como se ve. Arriba el gráfico de grasas y enfermedades cardiovasculares de los 6 países seleccionados, y abajo curvas con correlaciones nulas. Abajo a la derecha, vemos países que demuestran que a mismo consumo de grasa hay muy distinta tasa de problemas cardiovasculares, y a la izquierda el caso donde otros países tomados en conjunto muestran similar tasa de problemas cardiovasculares para bastante distintos niveles de consumo de grasa.

Keys, por eso tuvo éxito, no estuvo solo. Le precedieron y acompañaron voluntaria o involuntariemente personas tan poco acertadas científicamente como Lois  Newburgh desde al menos principios de los 40, el que fue acuñador definitivo del pensamiento calórico, y el nutricionista Jean Mayer, que desde los 50 difundió la idea del ejercicio como cura contra la obesidad. Primero fueron los medios de comunicación, aunque realmente la industria alimentaria hizo su parte desde antes (que tan pronto como en 1911 había ya producido la primera margarina como alternativa a la mantequilla), y después, sobre todo desde los primeros 60, los políticos que no dudaron en tomar partido, quienes todos juntos cambiaron con asombrosa y radical facilidad las creencias comunes sobre lo que era y debía ser una dieta saludable.