Comiendo a ciegas

Restaurado el formato no dinámico, espero que con ello hayan revivido los comentarios para todos los que los habíais perdido de vista y vuestras tablets puedan visualizar de nuevo JyB sin problemas.

Antes del Cosmético del mes que irá, si nada perturba el devenir programado, en el siguiente post quería compartir con todos la inquietud en que te sume el hecho de investigar sobre los transgénicos. Tras varios días leyendo al respecto para elaborar un artículo que publicaré este mes, la conclusión más meridiana que saco es que no sabemos lo suficiente ni con la suficiente certeza sobre efectos a largo plazo en humanos, aunque lo que sabemos no es desde luego alentador.

Lo que sí parece claro es que actualmente vivimos en una completa ceguera al no saber con precisión qué es y qué no es transgénico en las estanterías del supermercado. Como mostraré en el artículo, a las autoridades públicas parece interesarles muy poco, por no decir nada, la verdad científica sobre este asunto.  Ya sabemos, no es nada nuevo, que la naturaleza del Gobierno es el intervencionismo, prohibicionismo, ocultismo, adoctrinamiento y sobre-regulación. Para muestra un botón: el programa de azúcar de EEUU (llamémole, por qué no, Sugarmérica) que ahora pretende -de la mano de campañas políticas de los fabricantes- prohíbir la importación de azúcar de otros países, no vaya a ser que los productores locales de azúcar pierdan su cuota de mercado y no puedan mantener sus altos precios. Ya se sabe, donde hay políticos e intereses especiales, no hay libre mercado ni libertad para el consumidor.

A la hora de hablar de transgénicos, no sabemos lo que comemos. Somos ciegos. 

Como muestra el anuncio a favor de etiquetar los transgénicos, cuando nos quememos puede ser demasiado tarde. Y no me refiero con esto necesaria o exclusivamente al tema de los transgénicos, sino a todos los temas en que aceptamos la visión oficial de turno. Esto es, aceptamos vivir en la ignorancia.