Del (peligroso) puritanismo dietético

"La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados"

Groucho Marx  

Para estar sanos, nos dicen, debemos eliminar la sal, las grasas y casi todo lo que tenga -por tanto- sabor. El puritanismo ya no sólo es condición necesaria para la salvación religiosa, sino para la nutricional. Si no sigues tales preceptos, serás un hereje.

Espero que se entienda cuando tantas veces he dicho que la nutrición parece una cuestión visceral, tanto como la religión misma. En la casa de no pocos de mis lectores, la herejía se sirve a la mesa.

Hoy toca ser irreverentes con el puritanismo antisal. En el gráfico superior podemos ver los datos de esperanza de vida y consumo de sal extraídos de Intersalt, un estudio internacional realizado a finales de los 80 con la finalidad de estudiar la relación entre sal y presión sanguínea. En el mismo se aprecia que no hay relación causa-efecto identificable alguna entre esperanza de vida acortada y consumo de sal, es más, el mismo refleja que hay una leve tendencia poblacional entre ¡mayor esperanza de vida y mayor consumo de sal!

Tampoco parece cierto que haya habido variaciones apreciables en el consumo de sal en el último siglo, muy al contrario de lo que postulan no pocos telepredicadores dietéticos, según los cuales poco menos que una marea de sal inunda nuestras cocinas y platos desde el advenimiento de la comida basura. 

La sal marina y natural, no dejaré de decirlo, es un alimento saludable que todos deberíamos tener en nuestras cocinas. 

Tampoco creo equivocarme cuando prevengo contra el entusiasmo que a veces genera alguna noticia en la línea de reconocerse algún error en cuanto a las recomendaciones oficiales. Aun habiendo no pocos estudios ahí fuera que siguen respaldando mi idea de dieta tradicional, las autoridades públicas parecen nacidas con el don de la ceguera y la sordera. En este sentido, no pude dejar de traer la cita de Groucho Marx que encabeza este post. 

Si hace poco nos asaltaba la noticia de que Dinamarca iba a poner un impuesto contra la grasa saturada, Suecia le sigue el camino. Se supone, claro, por el bien de sus ciudadanos. Pero un estudio publicado en 2009 precisamente en Suecia - realizado en la ciudad sueca de Växjö- no apoya en absoluto esa decisión. En concreto, se trató de analizar la adhesión de ciudadanos suecos a las recomendaciones nutricionales oficiales de aquel país. Quienes más vegetales y frutas consumieron tuvieron un 35% riesgo inferior de problemas cardiovasculares. ¿Y qué pasó con los que consumieron mayor grasa procedente de lácteos? ¿Se incrementó el riesgo, pero poco? ¿Incluso se redujo un poquito el riesgo cardiovascular? Pues nada de esto, pues se redujo sorprendentemente para muchos aún más el riesgo que con el factor de consumir más vegetales y frutas, hasta un 61% menos riesgo cardiovascular. 

Mucho más llamativo fue que quienes consumían en cualquier dosis vegetales y frutas junto con lácteos desnatados aumentaron su riesgo cardiovascular, pero cuando en su lugar se ponían lácteos enteros con toda su grasa el riesgo quedaba minimizado a una cuarta parte. (Recuerdo este artículo contra, entre otros, los lácteos desnatados)

Adoro a los países nórdicos entre otras cosas por sus mantequillas. Odio a sus entrometidos e intervencionistas políticos. Como a los de todas partes.