La crema milagrosa de Madonna

¿Cuántas veces hemos sucumbido a los anuncios de cosméticos con pieles impecables e impolutas? ¿Cuántos rostros hemos visto una y otra vez en publicidades con perfecciones cutáneas casi imposibles en mujeres de edad avanzada? Y, ¿cuántas veces hemos acabado comprobando que semejante magia casi milagrosa, oh cruda realidad, no se produce en nosotros? Lo lamentable del asunto no es tanto eso como cuanto que una y otra vez repetimos el mismo acto de fe y una y otra vez nos frustramos por no encontrar el pretendido milagro. Dicen, o eso dicen muchos expertos en la industria cosmética, que bueno al fin y al cabo la cosmética es soñar, tener esperanza. Lo cual está muy bien dentro de una clase de marketing cosmético. Pero contémosle a cualquier mujer o aun hombre qué tiene de imaginario y de sueño sus arrugas, imperfecciones, o tono apagado. Son cosas y preocupaciones bien reales. Si bien no podemos negar los importantes avances de la industria cosmética, en ésta sus promesas y la realidad misma han alcanzado una brecha difícil de igualar en profundidad en el resto de industrias.

Y, peor que todo eso, es que realmente sabemos qué crema milagrosa usó esta, esa y aquella modelo. La misma que acertadamente señala el siguiente cartel en el caso de Madonna (pulsar para ampliar). El problema es que no se vende en perfumerías, sino en tiendas informáticas.