EEUU, un país obsesionado por las calorías

La profesión de uno siempre le acompaña, más aún cuando tu profesión te apasiona. Supongo éste es mi caso con la nutrición y alimentación en general. Así, cuando por ejemplo viajo, no puedo dejar de estar juzgando la alimentación en este o aquel lugar. En el último año, he visitado en alguna ocasión EEUU y he podido observar algo que definitivamente corroboré en la ciudad de Nueva York: los americanos parecen muy preocupados por el consumo calórico, hasta el punto que cadenas de comida rápida como McDonalds anuncian en sus carteles las calorías de sus productos con la misma visibilidad que su precio.

Evidentemente, lo primero que uno saca de todo esto es que el problema no debe estar simplemente en las calorías si  tomamos, claro, el caso de EEUU, con tasas de obesidad crecientes no sólo en las últimas décadas sino también en los últimos años. Pero tampoco me consta que el consumo calórico per capita en EEUU haya descendido. Sigamos deduciendo...¿qué suele evitar por antonomasia quien más se preocupa por el consumo calórico per se? La grasa, claro está, en tanto contiene el doble de calorías por peso que la proteína o los carbohidratos. Típicamente, una persona muy restrictiva con la grasa acaba sustituyendo ésta por cantidades adicionales de carbohidratos. Y si uno consume más carbohidratos, ¿qué puede esperar como consecuencia inmediata? Una sensación de saciedad más reducida, puesto que la insulina alta nos llevará a demandar con mayor premura más calorías, especialmente las que provienen de los carbohidratos. En efecto, estamos enganchados en el círculo vicioso de los carbohidratos, donde pretendemos calmar nuestra mayor hambre con aquello que en principio nos la provocó.

Así, en suma, lo que sí corroboramos es una aparente paradoja que desde al menos principios del siglo XX se ha observado. Quienes siguen dietas restringidas en carbohidratos acaban reduciendo calorías, aunque su objetivo no sean las calorías. Y quienes siguen dietas restringidas en calorías pero que observan poca o muy poca restricción específica de carbohidratos, acaban teniendo más difícil su control del apetito, y por ende el control calórico. Para que uno diga que no se puede aprender nada visitando un McDonalds.