La agresividad comercial de las farmacéuticas como telón de fondo

Escena de la película con Jamie y Maggie

Casualidad o no, este sábado llegué al cine a última hora y eligiendo entre lo poco que quedaba sin empezar, decidí ver "Amor y otras drogas". Y digo casualidad porque no sólo la película me gustó bastante, a pesar de que no tenía pensado verla, sino también porque la trama de fondo era la agresividad comercial de las empresas farmacéuticas (aquí se explica la segunda parte del título, 'y otras drogas', ya que drug es fármaco en inglés), un tema que siempre me interesa. Y casualidad o no, me viene perfecto hoy dado que es San Valentín y el género de la película es romántico (con toques de comedia y melodramáticos).

Jamie (interpretado por Jake Gyllenhaal, el vaquero de intensos ojos azules de "Brockeback Mountain") acaba de perder su empleo y finalmente se decide a buscar uno donde no se precise experiencia y se pueda ganar una cuantiosa suma de dinero: visitador médico. Para ello se enrola en la selección de personal para el gigante farmacéutico por antonomasia, Pfizer, la empresa farmacéutica que factura más miles de millones cada año en todo el mundo. Allí le enseñan cómo ganarse el favor de los médicos, las enfermeras, cómo sobornarles de modo legal, y quiénes son los médicos más influyentes, aquéllos que prescribiendo tu fármaco te hacen ganar la confianza de otros muchos médicos. Es interesante las clases en las que Pfizer les instruye en cómo no sólo hablar de los usos aprobados para éste o aquel fármaco, sino en sugerir todos los usos potenciales aunque no aprobados o demostrados para ese fármaco. Por ejemplo, el antidepresivo Zoloft de Pfizer está aprobado contra la depresión, pero puede sugerirse su uso contra la ansiedad social, aunque no es un uso aprobado. Igualmente se les enseña a minimizar, cuando no eludir, los riesgos de los fármacos de su compañía.

Una vez instruido y finalmente contratado, Jamie tiene que enfrentarse a la dura tarea de ganarse a enfermeros y médicos. Ambientada la película en los años 90, por aquel entonces Pfizer sentía arrebatada su popularidad empresarial por otra compañía farmacéutica: Lilly. ¿Por qué? Porque el antidepresivo más vendido era Prozac, de Lilly, por detrás de Zoloft de Pfizer. Así que la primera misión de Jamie será intentar ganar terreno a Prozac, pero el problema es que el visitador médico de Lilly será un hueso demasiado duro de roer para él. En estos entresijos es donde comienza la trama romántica, cuando Jamie conoce a Maggie (Anne Hathaway, que vimos en "El diablo se viste de Prada").

La cuestión es que Jamie es un auténtico mujeriego y don Juan, que se gana la simpatía por ejemplo de las enfermeras invitándolas a cenar y acostándose con ellas. Y experto en practicar el sexo sin amor ni compromiso. Tras múltiples escarceos con Maggie, finalmente no puede negar que siente algo por ella. Y a ella acaba aterrándola que él se enamore de ella, y ella de él, porque a pesar de sus 26 años, Maggie padece Parkinson en su estado inicial y teme que él la acabe dejando conforme sus pequeños temblores ocasionales se acaben convirtiendo en una vida cada vez más dependiente. No quiere terminar siendo una carga. Jamie acaba teniendo éxito profesional porque Pfizer saca Viagra, un auténtico boom de ventas. Jamie y Maggie sin duda viven una relación intensa, con muchos vaivenes y altibajos, con momentos muy dulces y muchos muy duros. Para ver cómo se desarrolla su relación, y el desenlace de las vidas de Jamie y Maggie (juntas o separadas), hay que acudir al cine. Una película graciosa, divertida, melodramática, muy emotiva. No te decepcionará. Feliz San Valentín. A pesar de las farmacéuticas.