Anécdotas cosméticas de vuelo

Viajar en avión me gusta. Es muy rápido y, acabes comprando o no, siempre tienes las tiendas de duty free para emplear el tiempo de espera. Así que me dispuse a iniciar mis vacaciones navideñas volando hasta el lugar de residencia de mi familia. Como es en mí habitual, la mayor parte del tiempo en las tiendas de la zona de embarque lo dediqué a curiosear por las perfumerías. Aparte de buenos precios, pueden incluso encontrarse productos que sólo están disponibles en esas tiendas o conforman un pack especial típico de los aeropuertos. Aunque, claro está, no lo nuevo o diferente es mejor por el hecho de serlo, y si no mi decepción al encontrar en una hidratante supuestamente específica para vuelos (lo que quiera que esto signifique de distinto respecto al resto de hidratantes..) de Estée Lauder el uso de la proirritante menta piperita, sobre todo cuando Lauder no emplea este ingrediente prácticamente nunca. En la perfumería del aeropuerto donde estuve más tiempo no dejó de llamarme la atención una anécdota. Cerca de mí estaba la columna de productos de La Prairie cuando vi acercarse hacia ésta a una chica en compañía de un chico que, sinceramente, no la habría catalogado como consumidora de esa marca. Por supuesto los consumidores de una marca como La Prairie serán muy diversos, pero no creo que se cuenten entre los más las chicas de veitintipocos años con ropa hippie, y el pelo con rastas teñido a mechones. De todos modos pensé que sería una persona que le gusta invertir bastante en cuidarse la piel independientemente de su inversión en ropa. De hecho, muchos expertos en marketing advierten contra el prejuicio de encasillar a un cliente por su apariencia externa y creer erróneamente que su capacidad de gasto está en consonancia con lo que aparentan. Lo único que finalmente saqué en claro de aquella chica, y lo que me pareció gracioso, es que le gustaba La Prairie porque se acercó a sus productos para abrir un probador que había para literalmente untarse (parecía estar usando una mascarilla por la cantidad que empleaba) la cara con aquel producto. "Es que esto es de caviar, ¿sabes?", le dijo al chico que iba con ella. Así que ya saben, si no saben qué hacer en un aeropuerto, y aunque yo no he visto ningún estudio publicado sobre los beneficios cosméticos del mismo, siempre nos quedará el caviar.

Pero empléese a fondo antes con el caviar que con las recetas cosméticas caseras que, ya en el vuelo, pude escuchar a una mujer detrás de mí según le estaba contando a otra. La frase realmente memorable fue su afirmación de que un dermatólogo le había dicho que la vitamina C cosmética era muy buena para la piel, y de lo que ella dedujo que lo que había que hacer era usar zumo de limón en gotas sobre la cara. Entre el estupor y la irritación que estaba sintiendo no dudo que en aquel momento tuviera yo la cara ruborizada mientras la escuchaba. Se sabe perfectamente que el vino tinto y el café tienen propiedades antioxidantes, pero por favor no haga la tontería de tonificar con vino tinto y café su cara.