¿Tienen mejor piel quienes usan más cosméticos?

Ésta es una buena pregunta cuya respuesta podría elaborarse largamente para demostrar que efectivamente es un claro NO. Al menos, no necesariamente tienen mejor piel quienes usan más cosméticos. Y esto puede chocar a las muchas personas que se consideran adictas a los productos cosméticos. No obstante tampoco es precisa una profunda investigación para que, a día de hoy, seas plenamente consciente (si lees este blog) de que ahí fuera hay un sinfín de fórmulas cosméticas tan llenas de aciertos y errores como en casi cualquier otro producto del mercado. Y, por supuesto, que el precio no tiene ninguna relación fija con la calidad. De entre mis lectores, hace poco uno de ellos que me lee desde Francia me pasaba este interesante reportaje de enero de 2007 del New York Times con el que no puedo estar más de acuerdo, y con un título tan original como "La dieta de la restricción cosmética". Por ejemplo, el Dr. Cook-Bolden, dermatólogo de Manhattan, asegura que cuando un paciente llega a su consulta con una miríada de productos del orden de unos 20, acaba confiscándole todos menos tres. Es lo que algunos llaman el minimalismo en el cuidado de la piel, en el que los dermatólogos someten a sus pacientes a 'dietas de restricción de productos cosméticos' para mejorar el estado de la piel. Según el Dr Cook-Bolden sólo son imprescindibles un limpiador suave y un protector solar, si acaso un tercer producto para abordar un problema específico.

¿Un cosmético puede ser realmente bueno y efectivo? Por supuesto que sí, pero siempre he abogado por reafirmar una visión realista del mundo cosmético dada la fuerte inclinación de este sector a conducirnos a mundos de ensoñación alejados de los hechos científicos. Y es que, como dice el Dr. William P. Coleman III, vicepresidente de la Academia Americana de Dermatología, las cremas hidratantes y antiarrugas sólo actúan a nivel superficial. "Un cosmético de 200 dólares puede tener un agradable perfume y un bonito envoltorio pero no tiene por qué ser mejor que otros cosméticos de 10 dólares". La Dra Mary Ellen Brademas, profesor asistente de dermatología del New York University Medical Center , pone el dedo en la llaga de los comerciales cosméticos cuando alude a un hecho que me enerva particularmente: la absurda moda por los ingredientes cosméticos caros y exóticos. Y es que los ingredientes caros no funcionan necesariamente mejor que los baratos. Recuerda que algunos de los ingredientes más efectivos dermatológicamente como el ácido retinoico, el peróxido de benzoilo, la hidroquinona o el óxido de zinc siguen siendo de los menos costosos. A estas alturas no debería extrañarnos el informe del The Consumer Reports de diciembre de 2006 en el que se concluía que la línea Olay Regenerist era más efectiva en la reducción de la apariencia de arrugas que los caros StriVectin-SD o la línea celular de La Prairie. Por último, el reportaje del New York Times hace mención a una cierta discusión en el mundo dermatológico que he podido apreciar en diferentes textos durante tiempo: la necesidad o no de un producto hidratante. Según la Dra Brademas, la hidratante es un producto bastante superfluo. Personalmente creo que la hidratante es uno de los cosméticos peor entendidos por los consumidores gracias a la inestimable labor de maleducación a que somete al público la industria cosmética. Estrictamente hablando un cosmético es hidratante en tanto tiene ingredientes que sellan el agua en la piel y que pueden denominarse emolientes. Realmente sólo las pieles secas deben considerar prácticamente imprescindible este tipo de cosméticos. Pero, ¿por qué sigo recomendando productos 'hidratantes' para las pieles que no son secas? Exactamente porque esos productos aportan antioxidantes, anti-irritantes, en ocasiones incluyen adecuada protección solar..etc Obviamente las pieles menos secas deben optar por texturas más ligeras con menor carga de emolientes. Pero el uso abusivo de cremas hidratantes es uno de los grandes errores del consumidor cosmético. El problema sigue siendo que éste sigue confiando en los dictados de una industria que se debate permanentemente entre una cosmética adecuada y unos niveles crecientes de ventas casi a cualquier precio.