Por qué nos engañan sobre la vitamina D

El descubrimiento de los insospechados beneficios de la vitamina D pasará como uno de los más fascinantes hechos de las ciencias de la salud de estos últimos años. Pero lo realmente fascinante, incluso diría que muy por encima de tal hecho en sí, es la enorme ignorancia que la sociedad en general mantiene sobre dichos descubrimientos. La vitamina D tiene un valor en absoluto despreciable para prevenir y combatir la enfermedad cardiovascular, el cáncer, la diabetes o los problemas óseos, por citar solamente algunos. Incluso se ha demostrado que promueve la longevidad. Todo ello resulta de una importancia aún más crucial en tanto ahora sabemos que el sol no es garantía de correctos niveles de vitamina D, por lo que la que antes considerábamos fuente fiable para asegurar esta vitamina en realidad no lo sería tanto. Una adecuada información en el ámbito de la salud debería considerarse un pilar irrenunciable de toda sociedad que se precie de ser próspera. Advertir que la población es sometida a campañas de desinformación, bien por acción bien por supuesto por omisión -porque te digan hechos falsos o porque te oculten los ciertos-, puede que sea considerado un acto de rebeldía contra los poderes establecidos. Cuando se trata de la buena ciencia y, aún más, de nuestro futuro y el de nuestros hijos, no deberíamos tener que pensar si hay que dar ese paso adelante y decir "nos están mintiendo". Simplemente debemos darlo. Avenirse a las corrientes dominantes por incomprensión, miedo o cualquier otro motivo puede resultar cómodo. A largo plazo las consecuencias pueden ser trágicas.

Sin duda, la problemática acerca de la vitamina D es ejemplo perfecto de lo que podría llegar a parecer una completa censura mediática. La buena profesión periodística, tal como yo la entiendo y la practico, debe estar lejos de ser comparsa de los estamentos burocráticos, los mitos y los prejuicios. La buena ciencia -y el buen científico- debe actuar igual. El American Journal of Clinical Nutrition se ha ganado su indiscutible reputación en el mundo académico a fuerza de años y rigor. Precisamente editoriales como el que publicó dicha revista en marzo de 2007 demuestran que la buena ciencia debe ir un paso por delante, nada le debe importar ser políticamente incorrecta y muestra los hechos científicos tal como son. Dicho editorial, titulado "La urgente necesidad de recomendar un consumo de vitamina D que sea efectivo" parte de los hechos médicos contrastados para ir más allá: acusar a los culpables de la ignorancia manifiesta de la sociedad sobre la relevancia de esta vitamina, especialmente una vez que ha sido múltiples veces contrastada la deficiencia general de la misma. En primer lugar, este editorial plantea varias cuestiones:

1.- La dieta no provee un nivel suficiente de vitamina D
2.- Los niveles mínimos en sangre de vitamina D para reducir riesgos de enfermedad deben ser de 30 ng/ml (cuando la mayoría de médicos siguen considerando que este mínimo es 15 ng/ml)
3.- La suplementación de vitamina D es totalmente segura, ya que el límite máximo de seguridad son 10.000 UI diarias.

La claridad y contundencia de este editorial son tales que merece la pena reproducir íntegramente la parte final.

"Es importante para las más importantes revistas científicas como el American Journal of Clinical Nutrition publicar la evidencia de una extendida deficiencia nutricional. Lamentablemente, nos encontramos en un estado de constante documentación de una insuficiencia de vitamina D. Este fenónemo ha sido referido como 'epidemiología circular' y, en cuanto a la vitamina D, no cesará mientras los niveles de fortificación y suplementación de vitamina D sean los mismos que en la era anterior a saber que pueden medirse los niveles de vitamina D. Como científicos, el propósito de nuestro trabajo es mejorar la salud pública. Conocemos la realidad de las concentraciones de vitamina D en las poblaciones de todo el mundo, y hemos llegado a la conclusión que la salud pública se beneficiaría de unos niveles superiores de vitamina D.

Conocemos las dosis de vitamina D necesarias para alcanzar las concentraciones deseables, entonces ¿por qué la ciencia no está haciendo nada por marcar esta diferencia en la salud pública? Una razón principal es que hay muy poca presión pública sobre los legisladores para apoyar unas recomendaciones actualizadas sobre nutrición. La presión pública es generalmente llevada a cabo por los medios de comunicación, pero creemos que los medios no presentan la historia de la vitamina D de un modo completo ni fiable. Hay reportajes sobre la deficiencia de esta vitamina, pero a la hora de recomendar dosis para corregir esta situación los medios ofrecen las desfasadas recomendaciones oficiales. Esto ocurre probablemente por las restrictivas políticas editoriales preocupadas por salirse de lo considerado oficial. El desgraciado resultado es que hay una motivación mínima para que los legisladores implementen políticas relativamente simples para resolver esta deficiencia.

Debido a la convincente evidencia del beneficio y la fuerte evidencia de la seguridad, urgimos a todos los que tienen la habilidad para influir en la salud pública -medios de comunicación, fabricantes de vitaminas y legisladores- a tomar nuevas iniciativas que ofrezcan una oportunidad real para marcar una diferencia en términos de la vitamina D. Hacemos un llamamiento a las agencias internacionales como el Food and Nutrition Board y la Comisión Europea de Salud para reevaluar como una cuestión de alta prioridad sus recomendaciones dietéticas de vitamina D, ya que los consejos oficiales de las agencias públicas necesitan ser modificados".

¿Por qué la sociedad debe seguir soportando tales ocultamientos y engaños a costa de su salud? No puede negarse el valor de estos 15 científicos autores de ese editorial por alzar su voz en un tema tan tristemente poco difundido. Es hora de movilizarse para que se modifiquen las políticas públicas sobre la vitamina D.