Marcas cosméticas: La Mer

Para hablar con propiedad de La Mer resulta prácticamente requisito imprescindible referirnos a sus orígenes. La historia de La Mer, que podría calificarse como fantástica y que ha sido convenientemente publicitada hasta la extenuación por esta marca, se retrotrae allá por los años '60 de la mano del físico aeroespacial Max Huber. Según dicha historia, este científico sufrió quemaduras en la piel y tras varios años y 6000 experimentos llegó a concebir, finalmente en 1965, lo que hoy sería esencialmente Creme de la Mer. Tras la muerte de Max Huber en 1991, su hija dirigió la comercialización del producto hasta que en 1995 el grupo Lauder se hizo propietaria del mismo y de lo que es hoy una extensa marca, cuestión que comentaré a continuación. El primer problema básico para el consumidor es el enorme poder de seducción de una historia como ésta, cuya veracidad no habría en absoluto por qué cuestionar. La cuestión fundamental es qué hay detrás de la misma. Inicialmente no es demasiado complejo cerciorarse de que, efectivamente, no existe ningún tipo de estudio público ni publicado sobre la tal Creme de la Mer, su fórmula ni tampoco sobre los supuestos centenares de experimentos previos que dicen que realizó Max Huber. No obstante, La Mer no ha tenido reparos en denominar su fórmula original como "caldo milagroso". Pero por excitante e increíble que suene su historia, Creme de La Mer (más de 200 euros por 60ml) es una hidratante muy básica, y quiero decir realmente muy básica, que no contiene nada que pueda denominarse especial, ya que es aceite mineral, vaselina, extracto de algas, ceras, aceites de plantas, algunas vitaminas y minerales, y conservantes. Como asegura la profesora de biología Susan Brawley, de la Universidad de Maine, "el extracto de algas no es un ingrediente extraño, caro ni exótico. Se encuentra fácilmente en múltiples cosméticos". Una fórmula semejante apenas cuesta unos euros.

Dado el culto que ha acaparado La Mer habría sido difícil no imaginar al grupo Lauder extendiendo esta marca con más y más productos, tal como ha hecho por supuesto orientada por su departamento de ventas. Personalmente, una de las cosas que me resulta más fascinante es el hecho de la poca relación que tienen entre sí muchas de las fórmulas comercializadas por la marca La Mer. Si la supuesta fórmula original era la panacea para el cuidado de la piel, ¿qué sentido tiene ofrecer fórmulas tan dispares entre sí? E incluso más, ¿por qué Lauder habría de comercializar decenas de otros cosméticos en sus marcas si aquí tenía la respuesta definitiva? Sospecho que el presunto caldo milagroso no es semejante cosa, y el propio grupo Lauder, al menos en su departamento científico, no es ajeno a ello. Y lo más irrisorio de todo es que un cosmético que ha mantenido sus ingredientes intactos desde hace más de 40 años pueda presentarse aún hoy como el súmum de esta industria. ¿Es que en medio siglo tan poco han avanzado la formulación cosmética y la investigación dermatológica? ¡Por favor! La introducción en los últimos años de ingredientes exóticos como la turmalina, la malaquita, el diamante...etc han marcado la línea de un aparente único fin: intentar justicar lo injusticable a saber, el desorbitado precio por fórmulas nada extraordinarias por lo general. Tampoco debemos nunca olvidar la clara extravagancia desde el punto de vista dermatológico de incluir la mayoría de tales exóticos ingredientes.

Una de las cosas por las que debo felicitar abiertamente a La Mer es por el buen entrenamiento en técnicas de marketing de sus dependientas. Si uno menciona la simplicidad de los ingredientes de la fórmula original aún les queda otro inteligente recurso: hablar del agua con iones más pequeños para una mayor penetración en la piel. Aunque existieran contundentes pruebas científicas de esa afirmación, no puede negarse que un exceso de hidratación celular es un problema para la piel ("The Beauty Bible", Paula Begoun, 2003, cap. 4). Y dada la decisión de emplear los irritantes mentol, eucalipto y/o lima en una gran parte de sus productos, una mayor penetración es...una mayor irritación celular. Para finalizar, diré que uno de los valores más característicos de la marca La Mer es el oscurantismo; por qué se someten los ingredientes a fermentación es en realidad un misterio. Uno de los usos de dicha fermentación es que las algas pueden llegar a generar ácido láctico pero, ¿por qué no incluir desde el comienzo ácido láctico? En definitiva no puedo negarlo, las historias fantásticas de La Mer que acaban creyéndose las propias vendedoras me superan absolutamente.

Lo mejor: Un muy buen suero y suaves limpiadoras, aunque por precios muy inferiores obtenemos productos equivalentes.

Productos que comprar: The Lifting Face Serum.

Lo peor: Promesas más que desproporcionadas; afición casi constante por irritantes como el eucalipto o la lima; carece de productos con ácidos; si bien los protectores de La Mer incluyen adecuada protección UVA, los SPF nunca son elevados.

Productos que nunca comprar: Creme de la Mer; Moisturizing Gel Creme; Moisturizing Lotion; Oil Absorbing Lotion; Eye Balm; Eye Concentrate; Radiant Facial; Radiant Infusion; Lifting Intensifier.